America Latina-Caribe: Obama “el gattopardo”.

Obama_AmLat

Cambiar todo para que nada cambie. A pocas horas de las elecciones estadounidenses, el famoso libro de Tommasi de Lampedusa, “El gatopardo”, se podría tomar como una referencia metafórica de las relaciones entre la Administración Obama, el continente latinoamericano y el Caribe.
Los hechos son porfiados y desmienten las expectativas de cambio creadas en los “progresistas” a raíz de la elección del “demócrata” Obama a la Casa Blanca. Expectativas también alimentadas por la entrega del Premio Nobel de la Paz, al principio de su mandato. Una especie de reconocimiento “preventivo” para cambiar el look a la administración de rayas y estrellas del guerrerista republicano George Bush y dar crédito a la ilusión de un cambio en la política extranjera estadounidense.
Si durante la presidencia de Bush, América Latina fue descuidada por otros escenarios de guerra y conquista, Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, han recobrado protagonismo hacia el “patio trasero” con el empleo tradicional del “bastón y la zanahoria”. Con Obama se retoma la contra-ofensiva respecto a los gobiernos progresistas y de izquierda de la región y el dominio imperial  se articula a través del empleo coordinado de tres componentes: poder blando (soft power), poder duro (hard power) y poder inteligente (smart power).
En América Latina la Casa Blanca (y el complejo militar-financiero-mediático estadounidense), experimenta los nuevos golpes del siglo XXI°, aquellos de baja intensidad. Con Obama han habido dos exitosos “golpes institucionales” uno en Honduras y el otro en Paraguay: menos cruentos que en el pasado, hechos a partir de conflictos institucionales que desembocan en la destitución de los presidentes legítimos. Los militares naturalmente están y actúan más o menos activamente, pero hoy en la construcción del consenso es la  “artillería mediática” la que provoca más daños.
La CNN lleva la voz cantante del “poder inteligente.” A tal punto que en una reciente entrevista a Telesur, Juan Manuel Fonrouge, Presidente de la Unión Latinoamericana de Agencia de Noticias (ULAN) ha declarado que “en América Latina está funcionando un Plan Cóndor mediático como estrategia de desestabilización de los gobiernos progresistas de la región.” Como se recordará el Plan Cóndor original se basó en la coordinación entre las fuerzas represivas de las dictaduras militares del continente con las de los Estados Unidos para eliminar físicamente a los opositores.
En Honduras el régimen golpista ha concedido inmediatamente nuevas bases militares a los Estados Unidos. En Paraguay el golpista Franco está cortando el gasto social y aumentando el mismo en defensa. Está en proyecto la ampliación de la base aérea Mariscal Estigarribìa, en la frontera con Bolivia. Esclarecedora la intervención del diputado paraguayano José López, que para justificar los cortes a la educación y a la salud ha dicho: “Si vamos a la guerra, no podemos tirar en contra de los agresores, libros y jeringas”.
El “poder duro” también se manifiesta en la instalación de nuevas bases militar (Honduras, Colombia, Chile, etc.) y el restablecimiento de la IV flota, en desuso desde el fin de la segunda guerra mundial, que patrulla las costas delante de Venezuela (el diablo por excelencia) y de Brasil, en cuyo espacio marítimo han sido descubiertos importantes yacimientos petrolíferos.
Además de aquellos exitosos, dos son los golpes fallidos,  uno contra Evo Morales en Bolivia y el otro contra Rafael Correa en Ecuador. Si bien con características diferentes, han tratado en ambos casos de hacer palanca sobre las contradicciones internas de los dos gobiernos y sobre los conflictos sociales, enfocándose en los sectores más vulnerables para atizar el fuego. La Embajada estadounidense en Bolivia tiene hasta  un funcionario especial para asuntos “indígenas.”
Hacia Cuba, más allá de las promesas electorales, Obama no ha utilizado las prerrogativas que le permiten no someterse al Congreso. Ha mantenido el bloqueo, la prohibición a los ciudadanos norteamericanos de viajar a la isla y la cárcel para los cinco agentes antiterroristas cubanos detenidos hace más de 14 años.
Alianza vs ALBA
Sobre el plano de las alianzas político económicas, la administración Obama ha sustentado la creación de la Alianza del Pacífico, el acuerdo político-económico de la derecha formado por México, Colombia, Chile y Perú. El acuerdo trata de contrastar el bloque progresista del ALBA, (Alianza bolivariana de los pueblos de nuestra América) y minar los procesos de integración autónoma del continente como UNASUR y la CELAC. Un movimiento que no se debe subvalorar, tratándose de países que no son de segundo plano, con dos importantes productores de petróleo como México y Colombia. El primero guiado en pocos días por el nuevo Presidente Peña Nieto, expresión de los inoxidables “dinosaurios” del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En el segundo país, Colombia,  Obama le ha dado una generosa mano al amigo Santos (ex Ministro de Defensa del gorila Uribe y hoy reciclado como pacificador) para “rehabilitarlo” con un fuerte apoyo político, económico, militar y mediático. En buena compañía está Chile, rico en cobre y litio, gobernado por Piñera, la derecha “moderna” gobernando con los herederos de Pinochet.
A la derecha doc, clásica, se suma el Perú del nacionalista Ollanta Humala, que después de haber vencido las elecciones con el apoyo de la izquierda y de muchos movimientos sociales, ha virado bruscamente a la derecha con la represión sangrienta de las protestas contra las multinacionales del sector minero, la salida de importantes ministros y la expulsión de la izquierda del gobierno. Una vez derrotada su propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) gracias a la oposición de los países Latinoamericanos, los Estados Unidos, junto al apoyo a la creación de la Alianza del Pacífico, se han replegado en acuerdos económicos más limitados. En este cuadro Obama firma el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia, a pesar de las fuertes oposiciones, en particular la del movimiento sindical,  que entre otras razones se oponía debido al triste récord mundial de homicidios de sindicalistas y a las constantes violaciones de los derechos humanos en Colombia.
De especial interés para Washington es el control de los recursos naturales (biodiversidad,  recursos hídricos, hidrocarburos), en particular los de la cuenca amazónica.

 

War on Drugs
Pero quizás sea la así llamada “guerra contra la droga” el terreno emblemático dónde convergen los poderes del imperio. Es aquí que se entrelazan los distintos intereses desde militares hasta mediáticos que le permiten consolidarse como gendarme de la seguridad mundial.
El carácter sistémico de la política contra el tráfico ilícito de estupefacientes es bipartisan: independientemente del tipo de Administración se mantienen las bases que convierten el instrumento “guerra a la droga” en una verdadera estrategia de dominio. Una estrategia que ha facilitado un aumento sustancial de su poderío militar y del control geoestratégico sobre la región. Lejos de contener el narcotráfico solo en la región andina a través del Plan Colombia de Bill Clinton y de la Iniciativa Regional Andina, esta estrategia ha generalizado el problema en todo el continente hasta llegar a Méjico.
La expansión de la demanda en el sector de  la Seguridad ha sido evidenciado en un artículo del New York Times: “La agencia antidroga estadounidense tiene cinco comandos operativos que realizan operaciones secretas en países de Centro América, Sud América y el Caribe (…). Este pequeño ejército de operaciones especiales, creado hace seis años para combatir los cultivos de opio de los talibanes en Afganistán, ha sido trasladado con la autorización de la Casa Blanca” (1).
Paralelamente agencias como la Usaid y la Ned han incrementado sus acciones de influencia y desestabilización en toda la región, apoyando además reivindicaciones separatistas para debilitar los procesos de integración y para profundizar las contradicciones históricas de los diversos países.
Por cierto, como recuerda el intelectual norteamericano Noam Chomsky, el ilusionismo se ha transformado en política de Estado. Es así que los procesos de destrucción del Estado Social se transforman en  “ajustes”, así como las agresiones estadounidenses y de sus aliados son en defensa de la libertad.
Está claro que la consolidación y el avance de los procesos que se oponen al dominio imperial, en primer lugar Venezuela y los países del ALBA, los importantes recursos energéticos del “patio trasero”, así como Brasil que emerge como potencia global, han estado entre las prioridades de la política exterior de la Casa Blanca de Obama, il gattopardo.

 

1) Los EE.UU.tienen cinco comandos antidrogas operativos en America Latina: http://internacional.elpais.com/internacional/2011/11/08/actualidad/1320728173_644511.html
(ver http://www.rebelion.org/noticias/2012/10/157811.pdf )

 

Publicado en Sur y Sur (4 de Noviembre 2012)

http://www.surysur.net/2012/11/america-latina-caribe-obama-il-gattopardo/