La brújula boliviana

de Marco Consolo –

Triunfar en la vida no es ganar, sino aprender a levantarse cada vez que uno cae … (José Mujica)

Bolivia, la hija predilecta del Libertador Simón Bolívar, acaba de dar una lección ejemplar al mundo. Con una alta participación popular (88%), la hermosa y contundente victoria en las urnas del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía del Pueblo (MAS-IPSP) con un 55,1% marca una tajante derrota de los planes estadounidenses en la región, de su estrategia de utilizar a la desacreditada Organización de Estados Americanos (OEA) como ariete contra los gobiernos que no siguen el dictado de las “barras y estrellas”, del Grupo de Lima y de los latifundios mediáticos globales. Y, por tanto, es de importancia estratégica para Bolivia, para América Latina y para el mundo entero. Trato de explicarme.

Elecciones en Bolivia: la casi segura victoria del MAS - Pauta.cl

Hace unos días, fue el aniversario de la enésima intervención militar estadounidense. El 19 de octubre de 1983, los marines desembarcaron en la pequeña isla de Granada y asesinaron al presidente constitucional Maurice Bishop. En esos años, seguía vivo el recuerdo (y la práctica) de la larga temporada de golpes de Estado organizados por las embajadas de Estados Unidos en todo el continente, con la complicidad de las oligarquías locales “vende-patria. En Nicaragua, el gobierno sandinista comenzó a tener que enfrentar militarmente a los “contras” (financiados, entrenados y armados por la Casablanca) que sembraban muerte y destrucción. En El Salvador, Guatemala y Colombia las fuerzas guerrilleras estaban en plena actividad.

Luego de la temporada de los golpes de Estado sangrientos, de los horrores de las dictaduras cívico-militares y del infame Plan Cóndor, el continente atravesó sucesivas democra-duras (ni, ni) con la aplicación algo menos brutal y “humanizada” de las mismas recetas neoliberales. Esas políticas antipopulares provocaron resistencias desde abajo, una larga fase de acumulación político-social y finalmente una contraofensiva que hizo ganar varias elecciones y permitió a la izquierda acceder al gobierno en muchos países. La primera victoria fue la de Chávez en Venezuela, seguida de cerca por muchas otras (Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay, etc.).

Para responder a la ola “progresista”, comenzó la contraofensiva imperialista en todo el continente, pero esta vez con diferentes modalidades. En Washington pasó a llamarse “soft power”, “Smart power”, pero, traducido al español, significaba recuperar la hegemonía y el control del “patio trasero” con golpes de nuevo tipo: golpes institucionales, parlamentarios, mediáticos, con la guerra judicial (Lawfare ) y una guerra multi-dimensional. Comenzaron precisamente en Bolivia, en 2008, con el fallido intento de “balcanización” y secesión de las ricas regiones de la “media luna”. Luego en Honduras, Ecuador (sin éxito), Paraguay y Brasil con Dilma Rousseff.

El último golpe exitoso, en orden cronológico, fue el de Bolivia en 2019, cuando el gobierno de Morales, a pesar del claro triunfo electoral, fue instrumentalmente acusado de fraude y derrocado. El golpe, organizado en Washington, contó con el apoyo de multinacionales energéticas (empezando por el “ecológico” Elon Musk y su Tesla) y la Organización de Estados Americanos (OEA) con su secretario hetero-directo Luis Almagro, el verdadero coordinador de la derecha latinoamericana, en representación de terceros.

Además de una represión despiadada, en los últimos meses los golpistas han hecho todo lo posible por deshacerse de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo. Intentaron ilegalizar el partido y sus principales candidatos, incluido el propio Evo, exiliado en Argentina y sin poder candidatearse al Senado. Asesinaron, denunciaron y encarcelaron a líderes sociales y políticos (algunos aún refugiados en embajadas), cerraron radios comunitarias pro-MAS, amenazaron y arrestaron a periodistas, etc.

Un golpe ineficaz

Pero, ese sangriento golpe de Estado de octubre pasado no sirvió para silenciar la voluntad de cambio del pueblo boliviano. Tampoco sirvieron los asesinatos, la militarización del país, la represión y las amenazas.

Tampoco sirvió el viaje del ministro golpista del Interior, Arturo Murillo, quien a fines de septiembre acudió a la sede de la OEA y al Departamento de Estado de Mike Pompeo, para recibir órdenes y el apoyo necesario para impedir la vuelta al gobierno del MAS.

No sirvió el bombo de los latifundios mediáticos internacionales que, sin ruborizarse de vergüenza, apoyaron descaradamente a los golpistas con el soporte del bombardeo en las “redes sociales”. El pueblo boliviano habló alto y claro. Bolivia ha comenzado a recuperar la democracia evidenciando las cartas amañadas de Casablanca.

Bolivia: recuento no oficial adelanta victoria electoral del candidato del MAS - Noticias Rhode Island

Foto: http://www.noticiasrhodeisland.com

E contra de la geopolítica del “odio y el miedo”, desde la oposición ese bloque social campesino-obrero-popular resistió al golpe, se reorganizó desde abajo y logró ganar la contienda político-electoral. Y lo logró gracias a la “densidad social” de una organización capilar, incluso en las extensas zonas rurales del país. En ese bloque social jugaron un papel clave los pueblos originarios (mal llamados “indígenas”), verdadera columna vertebral del MAS. Han resistido con dignidad y orgullo, conciencia y organización como resultado de la acumulación política de años de lucha.

La lección fue clara para los masistas: el gobierno se puede perder, pero si hay un partido que tiene raíces reales en la población, se puede recuperar.

La campaña de las derechas a favor del MAS

Hay que reconocer que los golpistas, en sus diversas articulaciones, han ayudado mucho al MAS en base a una estrategia política equivocada: con una gestión económica desastrosa, escándalos de corrupción en los más altos niveles, una represión brutal e indiscriminada que ha afectado también a sectores no directamente vinculados al MAS y, en los últimos meses, una dramática incapacidad para manejar la pandemia Covid-19 que ha golpeado trágicamente al país.

Cuanto más los golpistas aplazaban la convocatoria a elecciones, más se debilitaban sus opciones gracias a la corrupción desenfrenada, su política supremacista, el lenguaje racista y el odio a los pueblos originarios, sus símbolos y su cultura. Estamos hablando de un país en el que la minoría “blanca” es ampliamente minoritaria, que, pero, desde los tempos de la Colonia, ha mantenido la riqueza y las palancas del poder.

En este contexto, la sociedad boliviana en su conjunto (incluidos los sectores de capas medias que le habían dado la espalda al MAS) tuvo el tiempo para comparar los meses de dictadura con los 14 años de estabilidad de un proceso que ha cambiado el rostro de Bolivia. Un proyecto de país centrado en las necesidades de la mayoría excluida, que nacionalizó los recursos naturales, inició la industrialización del litio, redistribuyó la riqueza y llevó a los pueblos originarios a ocupar el Palacio Quemado, devolviéndoles su dignidad, luego de siglos de sometimiento y abuso. Día tras día se comparaba al gobierno de los golpistas con los del MAS.

Finalmente, la estrategia del MAS hizo poco uso de las redes “sociales” y mucho del “puerta a puerta”, para hablar de los problemas del presente, como crisis en el sistema de salud, desempleo, reactivación económica, etc., más en sintonía también con parte de las capas medias empobrecidas que habían dejado de votar por el MAS.

Bolivia de pie, nunca de rodillas!" - Indymedia Argentina Centro de Medios Independientes (( i ))

Fotos: Indymedia Derechos Humanos

¿Todo color de rosa ?

Por supuesto, como en todo verdadero proceso de transformación, han habido luces y sombras, contradicciones y errores, objeto de feroces críticas de algunos sectores, que hoy callan con un silencio ensordecedor, apelando a una “neutralidad” que hace agua por todos lados. Pero, más allá de los ataques instrumentales, es evidente la necesidad de reflexiones profundas y autocríticas sobre lo que han sido los gobiernos del MAS, para no volver a cometer los mismos errores, recuperar el consenso erosionado y ampliar la participación popular democrática.

La nueva camada de dirigentes declara que quiere reorganizar el MAS que, en los últimos años de Evo, había sido subsumido en el gobierno, perdiendo un perfil autónomo. En estas elecciones, Luis Arce superó el 47% obtenido por el ex -Presidente en las elecciones de 2019 y, con un 55,1%, mejoró el histórico voto obtenido por Morales en 2005 (53%), cuando se convirtió en el primer exponente de los pueblos originarios en ganar la presidencia e inició el “proceso de cambio”. Los votos obtenidos también garantizarían una mayoría en las dos ramas del parlamento, sin poder llegar a los 2/3.

Arce, durante muchos años ministro de Economía de los gobiernos de Evo, en sus primeros discursos como Presidente subrayó su compromiso de “… trabajar por todos los bolivianos, dando vida a un gobierno de unidad … Estas elecciones le están dando certeza al pueblo boliviano. Habrá un relanzamiento de las actividades económicas que beneficiarán a las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, así como al sector público y a todas las familias bolivianas que han vivido en la incertidumbre durante once meses”.

También es conocido David Choquehuanca, el vicepresidente electo. Dirigente sindical de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), aymara como Evo Morales, fue Ministro de Relaciones Exteriores de los gobiernos de Evo de 2006 a 2017. Entre 2017 y 2019 fue Secretario General de Alba-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado Comercial de los pueblos), un proyecto de cooperación política, social y económica nacido en abierta confrontación con la estrategia estadounidense del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), posteriormente rediseñada.

Y hablando de integración continental, Bolivia ha anunciado la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela. Podría volver al ALBA, intentar revitalizar la agonizante UNASUR y CELAC y crear un eje que incluya a México y Argentina además de los países del ALBA, disminuyendo el peso específico de la propia OEA.

¿Y a partir de mañana?

La parte más difícil llega ahora y el nuevo gobierno tiene muchos desafíos por delante.

Bolivia. Papa Francesco ha chiamato Evo Morales per complimentarsi per la vittoria del Mas. Un'amicizia inossidabile - FarodiRoma

Foto: http://www.farodiroma.it/

Este año de crisis ha alimentado viejas y profundas heridas y fracturas en la sociedad boliviana a partir del racismo y de la lucha entre regiones, en particular entre la rica “media luna” del Oriente y el altiplano y Occidente de los pueblos originarios. Son heridas que tendrán que cicatrizarse, poco a poco. La prioridad es hacer frente a la pandemia y volver a poner en pie la economía, puesta de rodillas por los golpistas, y así poder satisfacer las necesidades básicas, sobre todo la salud y el empleo.

En segundo lugar, la dictadura violó los derechos humanos en todos los ámbitos posibles; salud, integridad física, acceso al trabajo, educación, derechos civiles y políticos. Restaurarlos no es una tarea fácil, pero es impostergable. Por no hablar de la necesidad de justicia para los asesinados, los heridos y los presos políticos, para tratar de curar las heridas causadas por el gobierno de facto. Muy importante es la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, que creció al abrigo de los golpistas, y que corrompe y desestabiliza en diversas zonas del país.

Seguramente, uno de los temas más delicados y difíciles será la relación con las Fuerzas Armadas y la policía, que jugaron un papel importante primero en la traición al gobierno constitucional y luego en la represión pos-golpista. La determinación de la responsabilidad, la depuración y el castigo son conditio sine qua non para la pacificación.

Los que gobiernen en La Paz tendrán además que ponerse de acuerdo con los Cambas de Santa Cruz y especialmente con su sector privado. Santa Cruz es el motor de la economía boliviana del futuro, para la energía, para la agroindustria, para atraer inversiones. Luis Fernando Camacho, representante de la ultraderecha, no ha logrado abrirse paso en ningún otro departamento, pero se ha atrincherado en Santa Cruz y trata de ser el probable reemplazo del gobernador Costa.

América Latina al rescate?

El viento de rescate que viene de Bolivia, por tanto, tendrá un fuerte impacto en todo el continente y puede afectar positivamente los próximos meses de luchas sociales y también las importantes citas electorales. Vayamos en orden.

Es claro para todos que los gobiernos de derecha, lejos de resolver los problemas sociales, los agravan, tanto en América Latina como en Europa. Las recetas envenenadas del FMI y del Banco Mundial empeoran las contradicciones sociales y ciertamente no son capaces de garantizar estabilidad, paz social, viabilidad democrática. Por el contrario, precisamente allí donde impera la derecha, tarde o temprano sale a relucir la rebelión popular contra las políticas neoliberales antipopulares. La realidad tiene la cabeza dura.

En las últimas semanas, incluso la pequeña Costa Rica (un país que no tiene una gran tradición de movilización masiva) ha salido a las calles contra las medidas dictadas por el FMI al gobierno local, obligando al gobierno a retroceder en varios puntos.

En Chile, el próximo 25 de octubre se producirá la segunda derrota de los gobiernos de derecha. Será una fecha histórica, con un referéndum que podría allanar el camino para el cambio de la Constitución de Pinochet, solo retocada por los gobiernos de centro izquierda, pero que se mantuvo intacta en sus fundamentos. Como recordarán, desde el 18 de octubre de 2019 el país vive una enorme movilización social con una brutal represión por parte del gobierno de Piñera. Sin la movilización masiva, suspendida solo temporalmente debido a la pandemia de Covid 19, nunca se habría celebrado este importante plebiscito.

El domingo 18, en el aniversario del inicio de las protestas, una gran manifestación marcó el regreso de la rebelión social en las plazas de Santiago. Y lamentablemente también de la represión, con un trágico saldo de una persona asesinada por las fuerzas policiales, 580 detenciones y un joven manifestante arrojado desde un puente por los Carabineros (leyeron bien) unos días antes, que afortunadamente no murió.

Pero el pueblo chileno no parece dispuesto a volver atrás. La victoria de la opción “Apruebo” se da por sentada y varias figuras de la derecha se subieron al tren para no quedar aisladas. El viento boliviano solo puede ayudar, por un lado a la opción de cambiar la Carta Magna, por el otro al voto por una “Convención Constitucional”, con representantes elegidos totalmente por voto popular.

En Colombia, desde hace semanas la población ha salido a las calles contra el gobierno de Duque, en defensa de las condiciones de vida y de trabajo, contra el incumplimiento del gobierno del Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC-EP, contra los asesinatos de ex-guerrilleros y líderes sociales, y la represión indiscriminada. En estas horas ha llegado a Bogotá la “Minga”, una movilización “indígena y popular” que, tras recorrer cientos de kilómetros, llega a la capital acogida por los movimientos sociales urbanos. Y el 21 de octubre se produjo una huelga general en todo el país “por la vida, la democracia, la paz y la demanda por medidas económicas de emergencia”.

En Brasil, el 15 de noviembre habrá elecciones administrativas en 5000 municipios, y la izquierda está tratando de reorganizarse y movilizar las calles para recuperar las ciudades más importantes, comenzando por Sao Paulo, Río de Janeiro y Porto Alegre. De hecho, desde la victoria de Bolsonaro, no ha habido una movilización fuerte y unitaria de las calles que pueda arrinconar al gobierno. Bolsonaro lo ha aprovechado y, pese a la dramática situación de salud por la mala gestión (y también gracias a las limosnas puntuales), el mini-Trump negacionista sigue teniendo consenso, con el apoyo del capital financiero, de las Fuerzas Armadas, de las poderosas sectas pentecostales y de los terratenientes del agro-business.

En Venezuela, el próximo 6 de diciembre, se votará en las elecciones generales en una fecha decisiva para vencer a la oposición y recuperar la mayoría del parlamento. A pesar del grave daño económico y social que ocasionó el bloqueo de Estados Unidos y la UE, la Venezuela bolivariana resiste gracias a la conciencia, la constante movilización popular, la unión cívico-militar que garantiza su defensa y la solidaridad internacional.

En Ecuador, luego de una dura batalla legal, y también gracias a la movilización en las calles, la organización política que encabeza el ex-Presidente progresista Rafael Correa, podrá postularse para las elecciones presidenciales del próximo año. Aquí también, la “guerra judicial” desembocó en el exilio de Correa (con más de 20 juicios farsa en su contra) y encarceló, con cargos inconsistentes, a varios dirigentes de la Revolución Ciudadana, empezando por el vicepresidente Jorge Glas. Como se recordará, antes de la pandemia, hubo movilizaciones populares masivas, también suspendidas por el virus. En Quito, en las últimas semanas, han sido los estudiantes quienes han recuperado las calles, dando un sacudón a todo el país. Y en febrero de 2021 habrá elecciones presidenciales y políticas.

Y la larga ola también podría involucrar a Perú, como incentivo a la unidad de la izquierda, para disputar las elecciones presidenciales de abril del próximo año.

Es difícil predecir si la victoria del MAS tendrá algún impacto en las inminentes elecciones estadounidenses, donde, sin embargo, muchos demócratas ya están atacando a Trump por sus fracasos en los intentos de “regime change”, derrocando gobiernos incómodos.

América Latina retoma el camino de la contraofensiva popular

Sin embargo, no hay duda de que el escenario latinoamericano es complicado para todos. Para los sectores progresistas, ya que a diferencia de los años anteriores en los que eran mayoría en los gobiernos del continente, hoy su presencia es mucho más débil.

Pero las fuerzas conservadoras también tienen un futuro complicado. Sus think-tanks estratégicos tienen un proyecto global (basta ver las manifestaciones contra la “dictadura de la salud” y “por la libertad” en diferentes países), tratan de evitar la llegada de gobiernos progresistas o la estabilidad de los procesos de transformación guiado por los mismos. Pero son incapaces de ofrecer nada nuevo a sus sociedades en un momento en que el propio FMI y el Banco Mundial van tan lejos como para recomendar impuestos a los más ricos para reducir la pobreza. El proyecto de las clases dominantes y las fuerzas conservadoras ya no logra encantar a los pueblos para darles esperanza.

La narrativa neoliberal está en crisis y la hegemonía de las clases dominantes se concretiza gracias al achicamiento de los espacios democráticos, al odio, al miedo manipulado ad hoc por los grandes medios y a través de las “redes sociales”.

Por el contrario, las distintas fuerzas de los movimientos, de las izquierdas plurales (nacionalistas, progresistas, revolucionarias), en base a su experiencia de oposición y gobierno, aún tienen un capital político que les permite ser creíbles y poder aspirar a dirigir los diferentes países, a pesar de los errores cometidos. Una apuesta por los partidarios del “socialismo del siglo XXI”.

Cuando todo parece más difícil, un viejo proverbio aymara nos recuerda que “Qhiph nayr uñtasaw sarnaqaña”: “Vivimos mirando al pasado para vivir el presente y proyectar el futuro”.

América Latina retoma el camino de la contraofensiva popular.