Uruguay no se detiene !

de Marco Consolo –
El pasado 26 de octubre, en Uruguay el ex Presidente Tabaré Vázquez, candidato del Frente Amplio (FA) en el gobierno, ganó el primer turno de las elecciones con el 47,8%, rozando la victoria sin necesidad del balotaje. El Frente Amplio obtiene así un voto similar a 2009, (elecciones ganadas en segunda vuelta con el 54,6%), pierde solamente  un parlamentario y corre favorito hacia el balotaje del 30 de Noviembre con la formula Tabaré Vázquez – Raúl Sendic.
Las derechas quedan a distancia de seguridad, ya sea con Lacalle Pou, candidato del Partido Nacional (30,9%), como con Bordaberry, del Partido Colorado (12,9%). Crece el Partido Independiente (3,0%) y por primera vez entra al Parlamento uruguayo Unidad Popular (1,0%), una formación a la izquierda del FA y muy crítica con su gestión.
El gran derrotado es el tradicional Partido Colorado y su presidente, Pedro Bordaberry, que inmediatamente anunció su apoyo a los blancos de Lacalle Pou en el balotaje. El padre, Juan María Bordaberry, fue el autor del golpe de Estado que, a partir de junio de 1973, instauró la dictadura cívico-militar. Después de este fracaso electoral, el hijo está evaluando la posibilidad de dejar la política. Desde que el FA gana la primera vuelta en las elecciones, blancos y colorados (como se conocen los dos partidos tradicionales de la política uruguaya) históricamente opuestos, se presentan unidos a la segunda vuelta, a pesar de las resistencias internas de una parte de sus electores. Entre estas están las de  Juan Raúl Ferreira, hijo de una figura histórica del progresismo blanco, (Wilson Ferreira Aldunate), que declaró que en el balotaje no votará al candidato de su partido, Lacalle Pou.
El cuadro del Parlamento y del País 
Contrariamente a Brasil, en Uruguay el FA conquista la mayoría parlamentaria, aunque por un margen pequeño. No sucedía hace 60 años que un partido mantuviese la mayoría por tres mandatos consecutivos.
Composiciòn del Parlamento Diputados Senadores
Frente Amplio 50 15
Partido Nacional 32 10
Partido Colorado 13 4
P. Independiente 3 1
Unidad Popular 1 0
Y contrariamente al período anterior, la composición del grupo parlamentario del FA es más inclinada a la izquierda. No será pues forzosamente necesario negociar con la oposición, y lo que hará la diferencia será la voluntad política del partido de gobierno. Sin embargo, de inmediato los dirigentes del FA, empezando por el actual Presidente José “Pepe” Mujica (elegido senador y el más votado), emplearon tonos conciliatorios, llamando a la oposición al diálogo.
Según el censo del 2011, en Uruguay viven alrededor de 3.300.00 habitantes, de los cuales alrededor de la mitad (1.7) viven en el área metropolitana de Montevideo.  El voto frenteamplista se extiende territorialmente, y se impone en 14 de los 19 departamentos, tres más que en el 2009 y todos en el interior, históricamente en manos de la derecha “ruralista”. Decisivo el voto en los tres departamentos más populosos (Montevideo, Canelones y Maldonado), dónde la izquierda está ampliamente adelante. Entre las victorias simbólicas del FA, la de Cerro Largo, histórico bastión “blanco”. El FA mantiene la mayoría en la capital Montevideo (con el 53,5%), a pesar de una flexión de 37.000 votos. Al contrario, el Partido Nacional contrae su apoyo y pasa de 8 a 5 departamentos con mayoría electoral. Decepcionadas las expectativas de la derecha que,  sobre la base de encuestas “equivocadas”, se había ilusionado con poder ganar. Hacia las encuestadoras se han concentrado los ataques de todos los partidos, dado que, una vez más, las previsiones eran completamente erradas.
Fueron justamente las encuestas negativas, las que hicieron encender una luz roja en las filas del FA, que en los últimos días de la campaña se movilizó en masa en todo el País (incluso en la vecina Argentina), cerrando la campaña electoral en Montevideo con una imponente manifestación de más de 300.000 personas.
Importante ha sido la llegada del extranjero de miles de migrantes, en particular de Argentina, dado que Uruguay no permite aún el voto en el extranjero. La última tentativa para aprobar la votación fuera de fronteras, fue el referéndum del 2009, derrotado en las urnas.
“No a la baja” 
A propósito de referéndum, en esta ocasión se votaba además la propuesta de la derecha de una reforma constitucional para bajar la edad de imputabilidad a 16 años, propuesta rechazada por la mayoría de los votantes. La derecha, que  ha hecho del tema de la “seguridad” su  caballito de batalla (no sólo en Uruguay), salió derrotada también en este frente, a pesar de haber anunciado el apoyo de los jóvenes a su programa. La victoria del NO, se debe también a la participación masiva de la  juventud, en particular del movimiento estudiantil, con una campaña de concientización que torció el apoyo al SÍ, incluso de muchos votantes frenteamplistas. Sin querer subestimar el problema, hay que decir que la República Oriental del Uruguay goza de una baja tasa de criminalidad, sobre todo si se compara con otros países de la región.
La votación sectorial del FA 
Dentro del FA, que se presentó como tal en las elecciones, el sector más votado ha sido el “Movimiento de Participación Popular” (MPP) del actual presidente Mujica, cuyo núcleo histórico viene de la experiencia de la guerrilla de los “Tupamaros”, derrotada militarmente antes de la llegada de la dictadura. Como se recordará, los “Tupas” entraron en el FA  a partir del año 1989, cuatro años después del fin de la dictadura.
En segundo lugar (muy lejos de los votos del MPP) se encuentra el más moderado “Frente Líber Seregni,”  una coalición que toma su nombre del general Seregni, uno de los fundadores y primer candidato presidencial del Frente Amplio. En tercer lugar, la lista encabezada por Raúl Sendic, candidato a Vice-Presidente e hijo del histórico dirigente tupamaro Raúl “Bebe” Sendic. Cuarto el Partido Socialista, mientras  el Partido Comunista elige un senador y un diputado, y por pocos votos no obtiene su segundo escaño en la Cámara de Diputados.
De manera más general, de los tres objetivos del FA, se lograron dos. No pudo ganar en la primera vuelta, pero obtuvo la mayoría parlamentaria y se ha rechazado la baja a 16 años para la imputabilidad. Entre los militantes del FA no hay triunfalismo, sino la voluntad de seguir adelante con las movilizaciones para ganar el balotaje.
El blanco Lacalle Pou
El actual candidato del Partido Nacional, Lacalle Pou es “figlio d’arte”. Su padre, Luis Alberto Lacalle, fue uno de los Presidentes (1990-1995) quien llevó a cabo un programa neoliberal de privatizaciones a fondo, con severa oposición de la población. El padre quedó tristemente famoso en la historia de Uruguay, por haber borrado, entre otras cosas, los “Consejos de salarios”,  el mecanismo tripartito entre trabajadores, empleadores y el Estado para negociar el salario.
Es un país que mantiene viva la memoria, por lo tanto ha resultado poco creíble la campaña electoral de su hijo, cuya estrategia se basó en la imagen de la “nueva política”, la “positiva”, acusando al FA de populismo y de querer dividir el país. En perfecta coherencia con la historia política de su familia, Lacalle Pou había propuesto abolir, entre otras, la ley de responsabilidad penal de las empresas en caso de incumplimiento de las normas de seguridad en el lugar de trabajo, la que fija en 8 horas la jornada de trabajo en el campo y la que regula el mercado de la marihuana.
Como ha ocurrido en otros países del continente, la derecha se ha visto obligada a tomar en cuenta el éxito de las políticas sociales de la izquierda en el gobierno y hoy trata de disfrazarse con la promesa de “más y mejor”. De cara al balotaje, jura no aumentar la edad para la jubilación, de mantener el aumento de los salarios reales y promete más “seguridad”.
Sin embargo, en política exterior, declara que “no puede estar de acuerdo con líderes emergentes que piensan más en Marx que en otros pensadores”, y promete un acercamiento con los Estados Unidos, aunque el FA siempre ha mantenido buenas relaciones con Washington.
Un laboratorio político de la izquierda
Por lo general se presta poca atención a Uruguay, tanto por su tamaño pequeño, que por el poco peso en el Mercosur. En realidad se trata de un laboratorio político de gran interés, donde durante décadas ha dominado el bipartidismo de las dos fuerzas políticas tradicionales del siglo XX, el Partido Nacional y el Partido Colorado.
El Frente Amplio nació en 1971, en un estado totalitario pre-dictatorial. Una herramienta de unidad que ha logrado sobrevivir durante más de 40 años, y es llevado a ejemplo a nivel internacional. Resistió en la clandestinidad durante la dictadura, y la represión fue un factor de cohesión de la unidad interna. Desde 1985, cuando cayó la dictadura con un controvertido  pacto de transición, ha combatido las políticas neo-liberales desde  la oposición, ganando entre otros, dos importantes referéndum contra la privatización del agua y de la empresa de energía ANCAP. Finalmente, en el año 2005 llegó al gobierno con la intención declarada de cambiar la ruta del país.
Lejos de caer en las tentaciones del “caudillismo”, el foco del proceso de transformación está todavía en el partido y en el programa, y no así en el Presidente. Con un intenso debate interno marcado por la visión de los militantes decepcionados y abiertamente críticos hacia el “gobierno amigo”.
Sin adoptar una política “revolucionaria”, el Frente Amplio se las arregló para sacar al país de la crisis de 2001-2002, ha reducido la pobreza a niveles históricos, convirtiendo al país en uno de los menos desiguales en América Latina. Entre las leyes aprobadas: la ley de responsabilidad penal de las empresas por accidentes de trabajo; las ocho horas para los trabajadores agrícolas; la ley de protección de las trabajadoras domésticas; el matrimonio igualitario; la despenalización del aborto; se han recuperado los “consejos de salarios”; se ha mantenido la gratuidad de la salud y la educación y se aumentó la financiación de ambos sectores, a pesar de las muchas debilidades que siguen existiendo.
Durante la gestión de Mujica, ha pasado la ley que regula el mercado de la marihuana. Una política valiente, que muestra una voluntad de luchar contra el negocio del narcotráfico, diferenciando entre el crimen organizado y los consumidores. En la intención del gobierno, los fondos recibidos por la venta de marihuana, deberían asignarse a la salud y la educación.
Importantes intelectuales han militado en el Frente Amplio como los fallecidos Alfredo Zitarrosa y Mario Benedetti, junto a Daniel Viglietti y Eduardo Galeano, sólo para nombrar unos pocos. En cuanto a la cultura, los artistas han sido reconocidos como trabajadores en todos los aspectos, y hay políticas para el acceso a las diversas expresiones culturales. Hoy en día la República Oriental del Uruguay busca recuperar una tradición cultural que en el pasado la había hecho famosa, junto con la bien merecida reputación de país politizado y consciente.
Por supuesto, la acción del gobierno uruguayo (y del mismo Frente Amplio) no estuvo exenta de contradicciones y errores, como la de todos los gobiernos de la región, incluidos los otros gobiernos progresistas y de izquierda. Las críticas existen y seguirán existiendo y es sano que así sea. Sin embargo, no se puede negar la contribución del FA a la construcción de una alternativa post-neoliberal en el continente.
La política exterior del último gobierno frenteamplista se ha caracterizado por una apuesta en la  integración continental, la participación activa en la CELAC, en el MERCOSUR y la UNASUR. Cristalina ha sido la defensa de los derechos de los Palestinos, con el reconocimiento de su Estado y la firme condena de la agresión israelí, a pesar de la presión internacional y de la polémica interna con parte de la comunidad judía del país.
Son estos avances y los logros del Frente Amplio en los dos mandatos anteriores, que están en juego en la segunda vuelta del 30 de noviembre.
Sombras y desafíos frenteamplistas
Al igual que en otros países del continente, también  en Uruguay el debate sobre el modelo de desarrollo es débil, más allá de la evidente necesidad de diversificar el modelo productivo tradicional,  basado principalmente en la cría extensiva de ganado y la producción de carne. El país es cada vez más atractivo para las multinacionales extranjeras, que tienen las puertas abiertas para realizar inversiones significativas.
En el campo se ha incrementado el latifundio, y mucha tierra está en manos extranjeras. Con una sobredosis de grandes monocultivos, especialmente de soja transgénica, que pone en peligro la calidad de vida de la población, debido a la fumigación masiva con pesticidas. Al mismo tiempo, es de destacar la expansión de la actividad forestal para la producción de pulpa para la gran y polémica papelera que ya opera (en manos de la finlandesa Botnia) y para otra que está construyendo la chilena Arauco. Papeleras que han sido objeto de fricción tanto con la población argentina del otro lado del río Uruguay, como con el gobierno del país vecino, que acusan a la empresa de contaminar el río y al gobierno uruguayo de permitirlo.
Por el lado de la minería, crece la resistencia al mega-proyecto extractivo de Aratirí, en una zona rica en hierro, codiciada por diversos inversionistas extranjeros y que podría convertirse en un autogol ambiental para el gobierno.
En términos de energía, además de la construcción de una re-gasificadora en Montevideo, se están estudiando  proyectos de termoeléctricas, incluso utilizando las fábricas de cemento de la empresa estatal ANCAP.
En cuanto a los medios de comunicación, como en Brasil, aquí tampoco ha habido voluntad de legislar sobre el nervio descubierto de una peligrosa concentración mediática, que  representa una hipoteca para la democratización de la propiedad de la palabra y la imagen.
Un tema espinoso y sensible es el de las violaciones de los derechos humanos perpetradas por la dictadura, una herida aún abierta. Además de la derecha, algunos sectores del FA quisieran cerrar el tema, olvidarse y “seguir adelante”. Una posición duramente contrastada por las agrupaciones de defensa de los derechos humanos y las organizaciones de familiares de los desaparecidos y asesinados por la dictadura,  que luchan por la verdad y la justicia.
Es bien sabido que Tabaré Vázquez, probable nuevo presidente, representa un sector más moderado del Frente Amplio, con respecto al presidente Mujica. Es conocida su oposición al aborto (cuya ley había vetado en su mandato anterior) y sus perplejidades sobre el tema de la marihuana.
El posible segundo mandato de Tabaré Vázquez (74 años) que sigue el mandato de Mujica (ahora con 79 años) y, en general, el alto promedio de edad de los dirigentes del FA, pone de relieve la falta de un recambio generacional, que no ha sido capaz de llevar a cabo en estos últimos años. Durante los próximos cuatro años será una tarea necesaria y un reto que no debe subestimarse.
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde que el FA ha ganado el gobierno en 2005. Y la realidad del país ha cambiado. Al igual que en Brasil, hay una nueva agenda. La de una nueva clase media que acaba de salir de la pobreza gracias a las políticas públicas y la de los sectores tradicionales medios y medio-altos que hoy demandan más salud, mejor educación, cuidado del medio ambiente. Los derechos humanos de segunda y tercera generación que se suman a la agenda tradicional, y presentan nuevos desafíos.
Encuestas erradas?
Como decíamos, también en esta ocasión las encuestas tuvieron predicciones descaradamente “erróneas”,  que veían favorecida a la derecha y el FA en caída libre. La explicación es muy sencilla y habla de la capacidad de la derecha de utilizar el control de los medios de comunicación y el universo simbólico para seducir no sólo el electorado, sino sobre todo los “líderes de opinión”, cuyo trabajo es transformar sus puntos de vista en “opinión pública”.
Modernidad,  dinamismo, innovación  “deshacerse de la chatarra” son palabras que gustan a cierta política, ciertos empleadores, a los spin doctors y expertos en marketing.
En Italia, el “ventennio” de Berlusconi ha alterado  las raíces de la concepción y la percepción de la política, no solo a mano derecha. Como todos sabemos, incluso en el centro-izquierda ha avanzado la idea de que la política actual está hecha de marketing, encuestas, spots de publicidad, imagen, partidos líquidos. Sería esta la “nueva política” que va más allá del legado del siglo XX. Para muchos es una buena cosa, para otros es una tragedia. Pero no hay duda de que la seducción de muchos habla de la capacidad hegemónica de aquella ideología hecha de  “no ideología”, de “fin de la historia”, invención de los poderes fácticos y de los sectores económicos subordinados.
En Uruguay, este esquema no funcionó y, paradójicamente, la “vieja política” tuvo un peso no secundario en la campaña. Mientras los medios de comunicación estaban obsesionados (y obsesionaban) con los spots, la imagen,  la vida privada de los candidatos, etc., en las calles crecía  la movilización de la izquierda, imponiendo una agenda diferente. La marcha por la diversidad sexual, la movilización de la central sindical única PIT-CNT y la del sindicato de la construcción SUNCA, las manifestaciones de los jóvenes contra la baja, aquella por la tierra, la vida y el agua, así como las manifestaciones masivas de la campaña electoral del FA, mostraron una realidad muy diferente a la de los ciudadanos desinteresados, apolíticos, desencantados y desinformados. Los que, según la dupla hecha por las encuestas de opinión y los medios de comunicación privados, habrían definido el resultado electoral hacia la derecha.
Por supuesto sería simplista y mecánico pensar que la victoria electoral se deba solo a las  movilizaciones. Se trataba además, de movilizaciones hasta críticas con el “gobierno amigo”, cuyas demandas superan al mismo FA y a los partidos políticos que lo integran.
Sin embargo, como recordaba un editorial en un periódico uruguayo,  parece legítimo preguntarse si esta no fue una contribución decisiva para definir la brújula de la política. ¿Habrá algún vínculo entre la victoria electoral, y el hecho que tres días antes de la votación, el FA haya movilizado a más de 300.000 personas en las zonas de clase media de Montevideo, que las encuestas daban por perdida? ¿Será que la participación, el compromiso colectivo, y la voluntad de hacer la diferencia todavía cuentan algo? ¿Serà otro de los motivos por el cual los jóvenes han dado su apoyo mayoritario al FA?
En el caso de Uruguay (y no solamente), llegó el momento de volver a utilizar algunas categorías que no le gustan a los llamados “técnicos”, a los “neutrales”, como las de “movimientos sociales”, “organización”, “fuerzas políticas”, “partidos” y “militancia”. Categorías que, en el caso del continente latinoamericano, han hecho y están haciendo la diferencia en las victorias de las izquierdas. Nadie es tan ingenuo como para subestimar las encuestas. Pero la política (con P mayúscula) es mucho más que las encuestas manipuladas por las grandes empresas y los medios de comunicación privados,  que no tienen nada de “técnico” o “neutral”, y viceversa intervienen de lleno en la política.
Afortunadamente, el pequeño Uruguay optó por no detenerse, por avanzar en el rescate de la mejor parte de sí mismo. Una lección para todos.