Chile: algunas razones de la derrota en el referéndum sobre la nueva Constitución

Los números chilenos no dejan lugar a dudas. La propuesta de nueva Constitución ha sido rechazada por un 61,87%, frente a un 38,13% a favor. De algo más de 15 millones de personas con derecho a voto, sufragaron unos 13 millones. El resultado es un duro revés en el proceso de transformación.

Lejos de llegar a su fin, la crisis política (además de la económica y social) continúa con graves repercusiones en la vida cotidiana de millones de personas.

Los errores de la Convención

Según diversos analistas, los errores sistemáticos de algunos constituyentes alimentaron los ataques de las derechas. A falta de un canal de comunicación eficaz, casi todos ellos se centraron en el trabajo hacia adentro de la Convención e ignoraron la distancia con la que se les miraba desde fuera. Algunos analistas señalan varios casos de torpeza, auto-referencialidad y arrogancia que causaron serios daños, profundizados por el bombardeo de falsedades sobre la labor de los constituyentes y el contenido del texto.

La gran fragmentación y las contradicciones en la Convención Constitucional (que además estuvo marcada por una fuerte presencia de “independientes” con poca formación política) no han ayudado a encontrar acuerdos políticos. Hubo muchas “parcialidades” (defensa exclusiva del propio espacio), con poca visión de conjunto.

El gobierno y la coalición del Apruebo.

Aunque ambos temas (gobierno y proceso constitucional) no estaban formalmente conectados, también pesaron en el resultado algunos pasos en falso por parte del gobierno, debidos a la ingenuidad combinada con la inexperiencia.

El Apruebo libró una batalla sin un liderazgo político claro, con un gobierno bastante débil y dispuesto a hacer concesiones. Por el contrario, las derechas y las clases dominantes tenían una estrategia y un liderazgo único contra el proceso constituyente.

El Rechazo logró imponer los temas del debate (el Frame, o marco comunicacional) y el Apruebo estuvo en gran medida a la defensiva, sin lograr que se discutieran los aspectos positivos de la propuesta.

El resultado debilita fuertemente al Gobierno (que se prepara para un drástico recambio interno) y, tras el primer bandazo, es difícil que los movimientos se queden de brazos cruzados.

La estrategia de las derechas

Las clases dominantes no tienen intención de perder ni un ápice de su poder, económico y social.

Su campaña (oficialmente con 100.000 euros al día) se dirigió al estómago, y comenzó el mismo día de las elecciones presidenciales. Una campaña agresiva y amenazante, apoyada descaradamente por casi todos los medios de comunicación, con uso masivo de Big Data. Una campaña basada en el miedo, el odio de clase, el profundo desprecio contra los pueblos originarios, las fake news, etc.

Uno de los temas candentes y controvertidos ha sido el reconocimiento de los pueblos originarios (y su régimen jurídico) y el debate sobre la “pluri-nacionalidad” del Estado chileno, que ha derivado en un clamoroso chauvinismo nacionalista, lamentablemente transversal en la sociedad.

Y en la Araucanía, la región del “conflicto” entre el Estado y los Mapuches, donde la derecha ha sido mayoritaria durante mucho tiempo, el Rechazo ganó con casi el 75%. Un resultado que debe hacernos reflexionar sobre la posición de una parte de los pueblos originarios (Mapuches) que quizás utilizaron el “voto de castigo” contra el gobierno de Boric (y las medidas tomadas), más que contra la propuesta constitucional que los favorecía en muchos aspectos. Y los recientes llamamientos a la lucha armada por parte de algunos sectores de los mapuches ciertamente no ayudaron a la campaña.

En el bloque social reaccionario, las confesiones religiosas evangélicas (visceralmente) y la parte pinochetista de la Iglesia católica se han movilizado contra la interrupción del embarazo, los temas de género y la defensa de la educación privada en la que tienen intereses directos.

Los derechistas ocultaron entre bastidores la basura “pinochetista”, proyectando una imagen de “sociedad civil” movilizada contra la “amenaza del caos”.

También ha pesado el pronunciamiento de varias figuras de centro-izquierda (algunas de ellas muy emblemáticas) que se han declarado por el Rechazo (en contra de la decisión de sus propios partidos), utilizadas para convencer a los indecisos.

El fascismo chileno (pero no sólo), mientras muestra su “buena cara”, se reorganiza territorialmente y se arma. Hay que estar atentos a lo que sucederá en los próximos días y meses cuando intenten derribar el gobierno.

La demora de la campaña y la falta de coordinación del Apruebo

Las derechas comenzaron su campaña en julio de 2021, desde la primera sesión de la Asamblea Constituyente. En cambio, la campaña de Apruebo empezó hace sólo dos meses. Ha querido proyectar optimismo y alegría, concentrándose en el cambio y el futuro, poniendo en el centro un mensaje de esperanza que hablaba a la razón.

Los partidos están cada vez menos organizados de forma masiva, y el Partido Comunista es de los pocos con una base militantes real a nivel nacional. Las verdaderas protagonistas fueron miles de personas movilizadas espontáneamente, sectorialmente, de forma poco coordinada (también como mensaje), tanto en las “redes sociales”, como en los territorios.

La articulación entre los partidos del Apruebo y los movimientos sociales y populares fue prácticamente inexistente, debido al distanciamiento de los primeros y a la clara desconfianza de los segundos.

Otros elementos en juego

Con la última ley electoral, toda la población está registrada y el voto es obligatorio. A falta de un análisis del voto más puntual, es difícil atribuir la intención de voto de esa gran parte del electorado que lleva tantos años sin acudir a las urnas. Muchos analistas, sin embargo, señalan que la cantidad de votos para el Apruebo (4.859.039) es prácticamente la misma que la obtenida por Boric en las elecciones (4.620.671) y que son los nuevos votantes, a menudo despolitizados, los que han movido la balanza. En este sentido, llama la atención el dato de los barrios populares, donde en el primer referéndum hubo una mayoría abrumadora a favor del camino hacia una nueva constitución, mientras que hoy las cifras son totalmente inversas.

La crisis económica (con una pandemia de por medio), los problemas migratorios (no sólo en el Norte) y el recrudecimiento del crimen organizado (al que en parte se le permite actuar de forma instrumental) fueron otros factores importantes a tener en cuenta.

¿Y ahora?

Tras la victoria del Rechazo, el Presidente Boric ya ha anunciado que continuará el proceso constituyente e, inmediatamente después de la votación, los partidos del Apruebo firmaron una declaración de apoyo al gobierno.

Seguramente, con un parlamento en el que el gobierno no tiene mayoría, hay poco margen para hacer las reformas estructurales necesarias.

Por otra parte, ni la derrota, ni la victoria suponen un cambio en las condiciones de las múltiples crisis que atraviesa el país: crisis nacionales, crisis internacionales y grandes interrogantes sobre su propio destino.

El punto relevante y estratégico es la disputa por la nueva Constitución, como base de la restauración de la hegemonía del modelo neoliberal dominante, aunque  herido (pero, como vemos, ciertamente no difunto), frente a la posibilidad de iniciar su desmantelamiento mediante la recuperación de la soberanía popular y la disputa por el carácter mismo de la democracia.

Este será el eje del conflicto político y de clase en Chile durante el próximo largo período.